Sentía cómo crecía su seguridad con mis palabras y por primera y última vez en mi vida, intuí en aquel momento algo de ese placer embriagador que es inherente a todo acto creador.
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
Escribo con cariño esta introducción sentado en el patio que, otrora, recorría con apuntes y que hoy es ya alma mater. Sentado bajo el torreón suroeste espero paciente a que comience el cocktail. He llegado…
con la puntualidad que dicta la impaciencia»
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
…y aprovecho estos minutos para pensar en como darte las gracias por formar parte de mi vida.
De momento permíteme que abra la puerta y te reciba con una abrazo y un bienvenido.
Por favor entra, quítate los zapatos y ponte cómodo.
Estás en tu casa.
Acepta esta invitación que te extiendo y acompáñame a dar un paseo por estas reflexiones y recuerdos que se entremezclan en este formato al que he cogido cariño y siento tan mío.
Pienso, inspirado por Machado, que «es hoy aquel mañana de ayer», cuando comenzaba a redactar estas líneas.
Por favor que la imparable flecha del tiempo no te entristezca. Aventurémonos juntos por estas confesiones cuyo motivo conductor será la ilusión y la compasión.
y mi relato tenía el secreto placer de la confesión
Stephan Zweig – La Impaciencia del Corazón
Ilusión como motivación para el alma que ha impulsado decisiones y proyectos que estoy a punto de narrarte.
Ya sabes lo que dicen de las ilusiones… Sí…, eso de que de ilusión también se vive.
Pues no, las ilusiones hay que realizarlas. O por lo menos intentarlo.
De eso sí que se vive.
Déjame, como Jorge, que te cuente:
Empezaré por el principio, por lo que un consultor que se precie definiría como “Momentos de Verdad”
En mi caso han sido dos los que han alterado el curso de mi destino.
El primero surgió a raíz de una discusión trivial con el proveedor de nuestra anterior oficina por una subida de tarifa. Esto dió lugar a una pregunta que fue germen de un idea, y que pronto enraizó en lo más profundo de mi voluntad ocupando mi mente en estos últimos meses y haciendo que casi llegue tarde a esta cita con vosotros.
Me pregunté:
¿Y si en lugar de alquilar el espacio dispusiésemos nosotros de uno propio?
Y entonces, como la lechera del cuento, cogí mi cántaro y empecé a soñar…
¿Y si además ese espacio pudiésemos compartirlo con personas como nosotros? Y mejor… ¿y si nos permitiese explorar sinergias con ellos?
Lo que inicialmente era una idea torpe y vaga, fue cobrando forma como arcilla en las manos de un alfarero.
Un hub, así es, será un hub…. un hub de innovación asociado al mundo digital. Inteligencia Artificial, Ciberseguridad y Desarrollo serán nuestros temas…
Podía sentir como cada giro de pensamiento impulsaba al torno y, con cada vuelta, nuestra pieza tenía una mayor definición.
Podríamos también aprovechar para impartir formación. Como una escuela, una escuela de emprendimiento, consultoría y digitalización.
The Singular Academy.
Y podemos también producir un podcast para emprendedores…
Outstarting se tiene que llamar.
Y también una newsletter y un blog…
The Tech Guardian.
Y así fue como fuimos perfilando las tres verticales Space, Insights y Academy.
La escena estaba ya a la altura de Ghost de Jerry Zucker.
Tanto es así que, como Molly, me enamoré de esta idea y lo que surgió a raíz de una inocente subida de precios, se convirtió en un proyecto que no pude frenar.
Y con la impaciencia que nos caracteriza, a Hofmiller y a mí, abrí idealista y empecé a buscar.
Vi un anuncio que me encanto, era el espacio ideal, bien ubicado, bien diseñado, precio aceptable…
Llamé.
Pero estaba ocupado así que procedí con la búsqueda.
Encontramos otra oficina que nos gustó pero que requería de una gran inversión y ni toda mi ilusión pudo vencer a la razón.
Lo dejamos pasar.
Pero no se me da bien dejar estar las cosas y entonces, no sé si un capricho del destino, mi cabezonería disfrazada de tesón, o una corazonada; quiso que volviese a llamar al espacio original porque seguía publicado.
Resulta que los anteriores interesados se habían echado atrás.
Ahí estaba yo otra vez frente a mi mismo. Ese fue mi momento de verdad.
–¿Es el momento? ¿Nos lo podemos permitir? ¿Y si todo va mal?
Vamos a verlo para no quedarnos con las ganas y ya veremos…
Y fuimos a verlo. Casi a modo exploratorio porque por aquel entonces ya conocíamos las noticias que en breve os comparto en el segundo momento de verdad.
Y la verdad es que el espacio era todo lo que buscábamos. Solo faltaba una cosa, que tanto nosotros como nuestro proyecto les encajase.
Nos dieron el sí
Todo parecía que estaba predestinado y esta vez fue la intuición la que me ayudó a vencer la inseguridad propias de una decisión importante, acrecentada si cabe porque afectaba a mas personas.
Hoy The Singular Hub es una realidad. Abrimos nuestras puertas en las próximas semanas. Queremos compartir, queremos enseñar, queremos inspirar y, sobre todo, queremos ayudar a personas como nosotros. Es el sitio que nos hubiera gustado encontrar cuando todavía éramos pequeños. Si crees que esto te suma de alguna forma, aquí tienes tu casa.
Esperemos no tropezar y derramar toda la leche…
Y, si lo hiciese, tampoco me preocupa demasiado. Sé que puedo contar con tu ayuda.
El segundo momento de verdad es, si cabe, más trascendente.
Llegó en forma de una oferta de trabajo para formar parte de la plantilla del cliente que ha sido mi casa en estos últimos siete años. Algo que me honró profundamente y para lo que me costó mucho tomar una decisión.
La sabiduría consiste en saber cuál es el próximo paso, la virtud en llevarlo a cabo.
David Starr Jorda
Pero dije que no.
Justifico mi acción escudado por esta otra cita:
No se puede hacer bajar las ilusiones de golpe, como el mercurio del termómetro
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
Así yo tampoco pude rebajar mis ilusiones con Singular, con el equipo maravilloso que ahora lo forma y con este proyecto que estaba gestándose.
Sin perjuicio de esto, estaré siempre agradecido el tiempo compartido, el cariño y respeto con el que me habéis tratado y, por supuesto, muy ilusionado con las futuras oportunidades que puedan surgir.
Encadeno citas coincidiendo en que:
podría demostrarse que a menudo el valor no es sino la otra cara de una debilidad»
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
O que:
Ningún héroe sobrevive un análisis cercano.
Arturo Pérez Reverte
O que:
Nadie debería creerse perfecto, ni preocuparse demasiado por el hecho de no serlo
Bertrand Rusell
Y sin embargo, a mi si me importa.
Creo en el valor, tengo una debilidad por los héroes y, aunque lo perfecto es enemigo de lo bueno, su búsqueda lleva a la virtud y es esa aspiraciones la que distingue a los hombres que caminan de los que vuelan.
Creo que uno debe de hacer siempre las cosas lo mejor que pueda porque, como ya os compartí en la carta del año pasado:
who can ask more of a man than giving all within his span
George Joseph Moriarty – The Road Ahead or The Road Behind
Y soñar, nunca dejar de soñar.
Puedo saborear el regusto amargo que deja la insatisfacción de no alcanzar estos sueños, prima de la ambición, hermana del miedo; y vuelvo a justificarme definitivamente con la ayuda de Matthew:
Uno ha de cumplir todos sus sueños para darse cuenta que no eran los adecuados.
Matthew Perry – Amigos, Amantes y Aquello tan Terrible
Pero tampoco se nos debe de olvidar que:
Un síntoma de que te acercas a una crisis nerviosa es creer que tu trabajo es tremendamente importante
Beltrand Russell
Y esto me recuerda al estrés, y el daño que su exceso nos hace. Hay que cuidarse.
Siento que me invade una ligereza que raya en la insolencia y casi en el desenfreno. Falta muy poco para flotar, sentirme arrastrado y completamente feliz, y lo que necesito sin saberlo se me revela con claridad meridiana al instante siguiente
[…]
Me muevo de uno a otro, hablo, río, bailo y, arrastrado por el torrente de mi dicha, no siento el paso del tiempo.
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
Y aun creyendo que esto sea cierto:
No me avergonzó confesar que, mientras me imaginaba todo esto, me invadió una curiosa autocomplacencia. Y es que la vanidad constituye uno de los impulsos más fuertes en todos nuestros actos, y las naturalezas débiles sucumben con particular facilidad a la tentación de hacer algo que, desde fuera, produzca una impresión de fuerza, valor y decisión. Por primera vez tenía entonces la oportunidad de demostrar a los compañeros que yo era de los que se respetan a sí mismos, todo un hombre.
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
No quisiera que esta decisión tuviese nada que ver con la vanidad. He tratado de despojarme de ella pensando que, como advirtió Condor a Hofmiller, «me hubiese pesado toda la vida el haber tomado otra decisión»
Le hubiera pesado sobre la conciencia toda la vida, pues se puede huir de todo, menos de uno mismo… Pero, vamos ya. Venga, mi querido amigo.
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
Y ahora, a pesar del miedo que supone apostarlo todo, a…
one turn of pitch-and-toss
Rudyard Kipling – If
…estoy en paz con esta decisión.
Los que me conocéis ya sabéis que estar en paz con el camino elegido es mi definición favorita de felicidad.
Únicamente lo inconmensurable, lo inconcebible, nos asusta; en cambio, todo lo limitado y determinado nos desafía, nos pone a prueba y se convierte en medida de nuestras fuerzas.
Stephan Zweig – La Impaciencia del Corazón
Como Patrón de Embarcaciones de Recreo en potencia os pido que agachéis la cabeza un segundo para dejar pasar la botavara.
Ponemos rumbo a nuestro segundo tema: la compasión.
Podría haber sido impaciencia del corazón pero, gracias Stephan, toma una nueva acepción en nuestra memoria poética.
Sí, ya lo sé, sé que usted se mostró débil por compasión, por los mejores y más nobles motivos. Pero, y creo que ya se lo advertí una vez, eso de la compasión es una maldita arma de doble filo. El que no sabe manejarla, mejor que no la toque con la mano y menos aún con el corazón. Sólo al principio la compasión, como la morfina, es buena para el enfermo, un remedio, un recurso, pero si no se sabe dosificar como es debido y suprimirla a tiempo, se convierte en un veneno mortal. Con las primeras inyecciones se hace bien, tranquilizan al enfermo y mitigan el dolor. Pero, fatalmente, el organismo, tanto el cuerpo como el alma, posee una tremenda capacidad de adaptación, y así como los nervios necesitan cada vez más morfina, así también el sentimiento necesita cada vez más compasión, y al final resulta más de la que se puede dar. Y llega indefectiblemente el momento, en uno y otro caso, en que hay que decir «no» y no preocuparse por si el enfermo lo odia a uno más por esta última negativa que por si nunca le hubiera ayudado. Sí, mi querido teniente, hay que saber poner freno a la compasión, de lo contrario causa más daño que toda la indiferencia del mundo, y eso lo saben los médicos y los jueces y los alguaciles y los prestamistas. Si todos ellos dieran rienda suelta a su compasión, el mundo se paralizaría… ¡Cosa peligrosa, la compasión, muy peligrosa! Ya ve usted a qué ha conducido su debilidad en este caso.
[…]
¡Compasión, muy bien! Pero hay dos clases de compasión. Una, la débil y sentimental, que en realidad sólo es impaciencia del corazón por liberarse lo antes posible de la penosa emoción ante una desgracia ajena, es una compasión que no es exactamente con-pasión, sino una defensa instintiva del alma frente al dolor ajeno. Y la otra, la única que cuenta, es la desprovista de lo sentimental, pero creativa, que sabe lo que quiere y está dispuesta a aguantar con paciencia y resignación hasta sus últimas fuerzas e incluso más allá. Sólo cuando uno llega hasta al final, hasta el final más extremo y amargo, sólo cuando uno tiene la gran paciencia, puede ayudar a los hombres. ¡Sólo cuando se sacrifica a sí mismo, sólo entonces!
[…]
Pues vanos resultan los esfuerzos por tratar a alguien con el mayor cuidado: la relación entre una persona sana y una enferma, una libre y otra prisionera, a la larga nunca pueden mantenerse en un equilibrio total. La desgracia hace a la gente vulnerable y el sufrimiento continuo la vuelve injusta. Así como entre deudor y acreedor persiste inextirpable una sensación molesta, porque a uno se le ha dado irremediablemente el papel de dador y al otro el de receptor, así también en el enfermo queda una irritación secreta siempre a punto de saltar contra todo gesto visible de protección.
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
Y esta es la belleza de este libro. La Impaciencia del Corazón es a la compasión, lo que El señor de las Moscas a la Maldad. Un manual de sentimientos, una guía para entenderlos mejor. Es, además, un drama de enredo, una historia de desamor, un ensayo sobre nuestra naturaleza. Un análisis de la condición humana que explora los límites de nuestra bondad.
Veréis que he rescatado extractos más o menos conexos que, por su belleza o precisión en la comprensión de las emociones y los sentimientos, me han parecido relevantes. Es bonito como las palabras pueden hacer sentir.
Cada vez estoy más seguro de que sí se puede aprender en cabeza ajena.
Quiero pensar que, al leerme, podemos sentir también, aunque sea por un instante, al unísono.
desde que he comprendido el tormento de la flaqueza en aquella muchacha impotente e indefensa, me irrita odiosamente cualquier brutalidad y toda persona indefensa despierta mi interés.
[…]
Misteriosamente, a un primer conocimiento de la naturaleza humana siempre se le agregan otros, y quien ha sido agraciado con la capacidad de sentir compasión por una sola forma de sufrimiento terrenal, es capaz de comprender también, gracias a esa enseñanza mágica, todas las demás, aun las más extrañas y en apariencia más absurdas.
[…]
En este instante experimento por primera vez en mi propia carne cuán torpemente se puede herir con la compasión. Por primera vez y demasiado tarde.
[…]
Por primera vez empiezo a sospechar que no se puede conectar y desconectar la verdadera compasión como si fuera un contacto eléctrico y que todo aquel que se interesa por un destino ajeno se ve privado de una parte de libertad del suyo propio.
[…]
Engrandecerse entregándose a otros, enriquecerse hermanándose con los destinos de los demás, comprendiendo y poniéndose al lado del dolor de otros con la compasión. Y mi corazón, sorprendido de sí mismo, tiembla de gratitud hacia la enferma a la que había ofendido sin querer y que con su sufrimiento me ha enseñado esa fecunda magia que entraña la compasión.
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
Y me da cada vez más pena que vivamos en un país tan pobre que grita más alto un gol que una injusticia
Es verdad que en el mismo momento en que me asalta este extraño impedimento sé también que tal penitencia es necia e inútil. Sé que es absurdo renunciar a un placer porque se le niega a otra persona, prohibirse una alegría porque alguien es infeliz. Sé que a cada instante, mientras reímos y bromeamos tontamente, en alguna parte alguien agoniza y muere entre estertores en la cama, que detrás de mil ventanas acechan la miseria y el hambre, que hay hospitales, canteras y minas de carbón, que en fábricas, oficinas y prisiones innumerables personas están sometidas en todo momento a un trabajo de esclavos y que en nada les alivia las penas el que otro se mortifique sin sentido. Tengo muy claro que si alguien quisiera empezar a imaginarse las miserias que se dan simultáneamente en este mundo, se le truncaría el sueño y se le borraría la sonrisa de los labios. Pero nunca es el dolor imaginario e imaginado el que consterna y anonada, sino que sólo el que el alma ha visto realmente con ojos compasivos es capaz de perturbar de verdad.
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
Aunque aun veo un atisbo de esperanza cuando me cruzo con políticos con buenas ideas como la de pasar de un modelo PICS Prohibir, Imponer, Controlar y Sancionar a otro basado en Promover, Impulsar, Colaborar y Solucionar.
La última tentación es la mayor traición: Hacer lo correcto por la razón equivocada»
T.S. Eliot
Matthew me interrumpe de nuevo…
quisiera cantar, cometer alguna locura, llevado por esta sensación de ligereza alada. Sólo cuando uno sabe que es algo también para otros, descubre el sentido y la misión de su propia existencia.
Matthew Perry – Amigos, amantes y Aquello tan Terrible
Hay quien piensa que está legitimado para imponer a otros cuán buenos deben de ser. Yo creo en la filantropía, creo que la bondad nace de la libertad y debe de inspirarse. Y ahí está Nuestras Causas y nuestro próximo proyecto que esperemos que vea la luz este 2025 en la forma de un evento a favor de las víctimas de explotación sexual.
Este año he reflexionado sobre la idea de libertad de expresión. En que nadie la puede limitar siempre que lo que se exprese sea verdad. Importante esto de verdad.
Todo esto me ha llevado a ser más consciente de un fenómeno que está cada vez más arraigado en nuestra sociedad: La censura social que da lugar a la cancelación, y la estigmatización y que suponen una presión para que, cada cual, pueda compartir libre y abiertamente su forma de ver y entender el mundo.
Y Stephan me vuelve a echar una mano:
Por primera vez empecé a comprender que los peores males de este mundo no son los causados por la maldad y la brutalidad, sino los causados por la debilidad.
[…]
En este instante experimento por primera vez en mi propia carne cuán torpemente se puede herir con la compasión. Por primera vez y demasiado tarde.
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
Lo que me hace reflexionar sobre la importancia de la búsqueda de la verdad, de dejar a un lado la debilidad que nos hace esconder una opinión por compasión o por miedo a no encajar o a no quedar bien y me anima a plantear, de la mano de buenos amigos, un formato que quiere titularse “Polemizando – Un espacio libre de corrección política”.
Un canal donde la razón y el método científico primen sobre la opinión y todos los puntos de vista sean escuchados sin censura; siempre que estén defendidos con evidencia y siguiendo el método científico.
Imaginad un formato donde cada participante tenga que hacer una investigación previa y revelar sus fuentes al resto de contertulios antes de cada programa. Un espacio donde se preste especial atención a las falacias formales y donde se discurra de forma agonal, o lo que es lo mismo, con el único propósito de acercarnos a la verdad. Y, una vez cerca, y despojados del ego implícito en querer tener razón, mirarla desde diferentes perspectivas.
La humildad es andar en verdad
Santa Teresa de Avila
Lo que me llevo a preguntarme ¿se puede ser un hombre de Dios sin tener clara su existencia?
“It isn’t obvious what belief means. People think that what they believe is what they say they believe. I don’t believe that. I believe that what people believe is what they act out. And so I said, ‘I act as if God exists.’ That’s a sufficient statement as far as I’m concerned. You know, what’s the old saying? ‘By their fruits, ye shall know them.’ Same idea, right? It’s a matter of action and a matter of commitment. It’s not a matter of me parading out my explicit statements about a metaphysical reality that’s virtually impossible to comprehend. You risk when you reduce, and I’m not willing to do that. And I’m not interested in providing people with easy answers.” (emphasis mine)
Jordan Peterson
Actuar como si dios existiese podría ser una respuesta suficiente de momento.
Hay muchos motivos por los que queremos ser buenos, pero el que se disfraza de gracia y es realmente una tentación negativa es éste: ser buenos por el respeto, la admiración y el buen nombre que se ganará, por la genuina gloria que esto conlleva.
Ron Rolheiser – La última tentación
Y todas esas razones me parecen legítimas pero quizá sea todavía más bonito si nos quitamos del plano.
En definitiva y en las palabras de Pepe Mújica:
El progreso de la condición humana requiere inapelablemente que exista gente que se sienta en el fondo feliz de gastar su vida al servicio del progreso humano.
Pepe Mújica
O en las de Condor:
Al fin y al cabo, es imposible ayudar a todo el mundo… —Pero hay que intentarlo —dijo él, mirándome—. Para eso se vive. Sólo para eso. Fue una advertencia que me penetró hasta el fondo del alma
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
A lo que seguramente Charlie Chaplin añadiría que:
Se necesita poder sólo cuando se quiere hacer daño. De lo contrario, amor es suficiente para hacer todo
Charles Chaplin
Lo que me recuerda a esta escena de El Gran Dictador y la que es, para mi, una de las mejores del séptimo arte.
Cambiemos de nuevo el rumbo para hablar del amor:
Creo en la muerte de la memoria y en la resurrección del deseo.
Cita pendiente
Este año me pregunte ¿qué quiero?, ¿qué busco?, ¿qué deseo?, os comparto lo que respondí:
Un proyecto común, el poder proyectarte y construir un futuro donde sumen los sueños, metas y ambiciones de ambos. La intimidad en todas sus dimensiones: cariño, ternura, pasión y la magia de los momentos. Esa sensación de paz que se tiene al compartir pedacitos de tu vida con alguien a quien quieres, alguien cuya sola presencia te hace feliz. El poder verte reflejado en un espejo nítido que te ayuda a ver otras dimensiones de ti. Crecer juntos y poder ser uno mismo, sin preocuparte por priorizarte o poner límites.
Carlos Pascual Adell
Y suena:
Un amor bonito y lento, de los de antes, de los de verdad.
Paula Mateus – Me presento
Y sigo pensando…alguien a quien escribir un discurso como este.
Un discurso del que pretendía hacer un extracto, pero quiero evitar la torpeza de tener que elegir un pedazo, o traducirlo; razón por la que os lo dejo tal cual y lo acompaño de este vídeo con la traducción.
Es mágico. No creo que haya traducción que haga justicia a frases como:
- Quella che ‘mparadisa la mia mente.
- Io conosco una sola maniera di misurare il tempo: con te e senza di te. Esta, a su vez, es de un poema de Jorge Luis Borges titulado «El Amenazado»
- …le ali soprattutto, sono tue, perché se qualche volta nel lavoro che ho fatto qualcosa ha preso il volo, è grazie a te…
E alla fine di questo viaggio vorrei… ma non posso neanche condividere o dire: “Questo premio lo dedico a…”. Vorrei, se mi date — se mi concedete proprio qualche momento — dedicarlo con poche parole a una persona che è nella apice dei miei pensieri; come dice Dante, Quella che ‘mparadisa la mia mente… ed è qui in sala stasera, la mia attrice prediletta: Nicoletta Braschi.
Alla quale non posso nemmeno dedicare questo premio, perché questo premio è suo. Ti appartiene, lo sai. E dunque lo dedicherai tu. Vorrei… È tuo, questo premio. Abbiamo fatto tutto insieme — l’ha detto Jay, che è anche una cara amica, oltre che, come ripete, una meravigliosa regista — abbiamo lavorato fianco a fianco per quarant’anni. Quante sono le produzioni, le interpretazioni, i film… e quindi sono 25, 30, 40 anni ininterrotti di lavoro. Quanti film abbiamo realizzato! E poi, come si fa a misurare il tempo in un film? Io conosco una sola maniera di misurare il tempo: con te e senza di te. Questa è la mia maniera di misurare il tempo, lo è sempre stata. E allora, veramente, non te lo posso dedicare.
Però possiamo fare così: ce lo dividiamo. Io mi prendo una parte, mi prendo la coda, per manifestare la mia gioia, per mostrare la mia allegria, e il resto è tuo. Le ali, le ali soprattutto, sono tue, perché se qualche volta nel lavoro che ho fatto qualcosa ha preso il volo, è grazie a te, al tuo talento, al tuo mistero, al tuo fascino, alla tua bellezza, al tuo talento d’attrice. Quante cose ho imparato osservandoti recitare sul set! Alla tua femminilità, alla forza viva delle donne, che sanno qualcosa che noi uomini non comprendiamo, davvero un mistero senza fine, bellissimo perché incomprensibile.
Aveva ragione Groucho Marx quando diceva: “Gli uomini sono donne che non ce l’hanno fatta”. Ed è la verità, è così. Io non ce l’ho fatta a essere come te, di quella qualità. E quindi tutto ciò che ho fatto di bello o di buono nella mia vita è sempre stato attraversato dalla tua luce. Quanta luce emanavi la prima volta che ti ho toccata! Ricordo che era talmente tanta che ho pensato che il Nostro Signore, facendoti nascere, avesse voluto adornare il cielo di un altro sole.
Ed è stato proprio quello che si dice un amore a prima vista… anzi, a ultima vista… anzi, a eterna vista. Grazie a tutti, grazie… e che Dio vi benedica.
Roberto Benigni – Discurso El León de Oro
Líneas que, por supuesto, también me recuerdas a “dalla tua luce” que te da nombre.
Y hablando de amor, y como no volviendo a una de las partes más agudas donde se ahonda en la naturaleza humana:
Los enamorados poseen una inquietante clarividencia para la verdadera dicha del amado, y puesto que el amor, conforme a su esencia más íntima, aspira siempre a lo infinito, todo lo limitado le resulta odioso e insoportable. En toda inhibición y en toda represión del otro sospecha una resistencia y en toda falta de correspondencia ve, con razón, una defensa oculta.
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
Ni por un instante, ni siquiera el más fugaz, me hubiera pasado por la cabeza imaginar que bajo aquella manta alentaba, sentía y esperaba un cuerpo desnudo, el cuerpo de una mujer que, como todos, deseaba y quería ser deseado… Nunca, a los veinticinco años, me hubiera atrevido siquiera a soñar con la posibilidad de que también las enfermas, las inválidas, las inmaduras, las demasiado viejas, las excluidas y marcadas entre las mujeres, osaran amar. Pues, antes de conocer y vivir la vida real, un hombre joven e inexperto se imagina y conforma el mundo casi siempre de acuerdo con lo que ha leído o le han contado, antes de vivir la experiencia propia sueña indefectiblemente con imágenes y modelos ajenos.
Sin embargo, en esos libros, en esas obras de teatro o en los cines (representaciones simplificadas de la realidad), eran siempre y exclusivamente personas jóvenes, bellas y selectas las que se deseaban unas a otras; y así yo creía—de ahí también mi temor ante algunas aventuras—que había que ser especialmente atractivo, agraciado y favorecido por el destino para ganarse el afecto de una mujer.
[…]
Desde luego nunca había cruzado mi mente ni siquiera la sombra del pensamiento de que en su cuerpo decaído se tensaban los mismos órganos y en su alma aguijoneaba el mismo deseo que en otras mujeres. Sólo a partir de aquel momento empecé a comprender poco a poco (algo por lo general silenciado por los poetas) que precisamente los excluidos, los feos, los marchitos, los tullidos, los rechazados, desean con una avidez mucho más apasionada y peligrosa que los sanos y felices, que aquellos que aman con un amor fanático, sombrío y negro, y que ninguna pasión en el mundo se alza más impetuosa y afligida, estéril y desesperada que la de los hijastros de Dios, quienes sólo amando y siendo amados pueden sentir justificada su existencia terrena.
Hombre sin experiencia, no probado en el crisol de la vida, nunca me hubiera atrevido a sospechar la existencia de este secreto terrible: que el grito de pánico del ansia de vivir resuena con más rabia precisamente en el abismo más profundo de la desesperación.
Fue en aquel instante cuando el conocimiento de este hecho se clavó en mí como un puñal ardiente.
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
La emoción del pasaje parece haber animado al viento que sopla con fuerza y ha rolado a nuestra popa. Y ahora, como el mismísimo capitán pirata de Espronceda, volamos sobre este mar de momentos…
¿Qué es más importante, preguntó Gran Panda, el viaje o el destino?
La compañía. dijo Pequeño Dragón.
James Norbury – Gran panda y pequeño dragón
En efecto. Vuestra compañía.
Allí me sentaba, más seguro de lo que me había sentido jamás entre mis camaradas, y charlaba y bromeaba como me salía del alma, observando por primera vez que los vínculos, cualquiera que sea la forma que adoptan, atan las verdaderas fuerzas del alma y que la auténtica medida de un hombre sólo se manifiesta en un ambiente de confianza.
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
Si os recuerdo es porque, de una forma u otra, mantenemos un vínculo y hemos compartido momentos que quiero recordar y celebrar en este ambiente de confianza que ata las verdaderas fuerzas del alma.
No sé cuánto duró. Esta clase de experiencias está más allá del tiempo habitual.
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
Como muchas de las mías, como muchas de estas.
Me quedo…
Me quedo con cada una de vuestras sonrisas, abrazos y alguno que otra lágrima. Con vuestras historias y las nuestras, con cada momento de complicidad.
Me quedo con el reencuentro del CMHS con familias incluidas, la paz de nadar los findes, las escapadas en bici, tu mirada de ánimo antes de comenzar una prueba, con cada disfraz, enormes gafas de corazón o media máscara de fantasma.
Me quedo contigo de quien admiro la forma tan dulce que tienes de relacionarte y como siempre estás para echar una mano. Enhorabuena por la pedazo de familia que estás construyendo.
Me quedo con cada paso, con cada figura, con cada “ven devórame otra vez” o “me hace daño verte”. Con hacer del cuerpo un instrumento.
Me quedo con La Silfide, y por supuesto contigo con quien comparto tanto sobre la vida, el amor y la familia. No se si te lo he dicho pero admiro tu valentía y tu fuerza.
Me quedo con esa llamada para pedirte ayuda cuando, a uno de mis caprichos, le cuesta circular. Que importante es tener buenos amigos y todavía mas, que bonito que esos amigos sean buena gente. Y ademas, en tu caso, las ganas de enseñar y compartir.
Me quedo con cada uno de los días en nuestra antigua oficina. Con esas primeras entrevistas donde os conocimos y el horizonte de posibilidades que se abre gracias a vosotros. Con nuestras cenas en casa, o las cervezas en el Irish. Con nuestra escalada al Peñalara. Con veros compartir este sueño que ahora es nuestro. Con ver crecer el equipo con gente magnífica. Me quedo con este reconocimiento a nuestro trabajo. Con vuestra alegría. ¡cuanta alegría trasmitís!. Me quedo con un bocata de calamares entre mercadillos Navideños, con vuestro saber hacer y el orgullo de veros liderar. Con las conversaciones trascendentes, con una maceta de barro hecha a mano. Me quedo con todos nuestros acentos, con todos los sueños. Me quedo con vosotros.
Me quedo con toda vuestra ayuda para producir la temporada 3 de profesionales excepcionales y con todos los que nos habéis acompañado. Con patrocinadores y colaboradores.
Me quedo con la anécdota en boca de quien fue tu alumno hace muchos años pero que recordaba, como si fuera ayer, que llevabas pajarita y eras capaz de dibujar en la pizarra con ambas manos un círculo perfecto.
Me quedo con esta entrevista en el programa Are Business de Radio Libertad. Me quedo con haberte conocido en esa entrevista y con la ilusión de poder colaborar juntos.
Me quedo con la cena del Colegio en la Escuela y una nuevo amistad con la que construir nuevos proyectos.
Me quedo con tu voz y escucharte cantar Valerie en lo alto de un escenario. Orgullo de familia.
Me quedo con los proyectos, los vuestros, los míos y los que serán nuestros. Con amigos que podrían ser pronto socios y que nos habéis exigido y ayudado a ser mejores pero también tratado con cariño y respeto.
Me quedo con tu sonrisa y cercanía, con tu graduación y con haber compartido momentos especiales. Te has ganado un hueco en mi corazón. Te deseo mucho éxito y que el futuro te traiga por aquí de nuevo. De ti aprendí a ser un poco más optimista y que no es necesario ponerse siempre en la peor tesitura.
Me quedo con todas las celebraciones, por supuesto con tus 93 que nos darían para celebrar los otros muchos que han sucedido como algunos 30 o mis 33. ¡Sí!, como Jesuscristo 😉 y que celebramos con karaoke incluido.
Me quedo con todos los ritos y como los honramos. Nuestra tradicional prenochevieja. Nuestros viajes.
Esta carta o esa cesta de productos de tu tierra, una cena improvisada en un griego y ese nuevo proyecto que empiezas.
Me quedo con las comidas en Alcalá. Con que encuentres fuerza para cocinarnos. Con todos los que nos acompañáis, y contigo al que también ha visitado el amor este año y has pasado unas semanas complicadas de salud.
Me quedo con nuestros casi veinte años de amistad y esa mudanza que ha dado lugar a una nueva vida. Con poder contar siempre contigo. Con tu nuevo trabajo y con esa alegría que destilas cuando estás con esa persona tan especial que has conocido, y con sus abrazos también.
Me quedo contigo, con todo el dolor que solo pueden comprender los que han pasado por algo así, con los brunchs pasados y el que tenemos pendiente, con haber visitado tu casa nueva y, sobre todo con habernos visto crecer y seguir cuidando esta amistad.
Me quedo con los que vivís lejos y los minutos que me habéis regalado, con volver a retomar el contacto y sentiros un poco más cerca.
Me quedo con esa mañana tomando café al pie de tu torre recordando viejos tiempos, con la admiración y respeto que te tengo. Con esa noticia que me dolió y con esas palabras que escribiste y que me tocaron por dentro.
Me quedo con todas nuestras conversaciones. He podido desvestir mi alma contigo y hablar de temas que me tocan muy dentro. Esto me ha hecho encontrar paz. Gracias por dar un nuevo significado a la palabra acompañamiento. No sabes cuanto me ayuda. Me parece un buen homenaje compartir esta apreciación tuya:
Desde mi punto de vista ambas formas de compasión son compasión. Y ambas cuentan.
Diría que la primera es quizá más primaria, pero también válida. Intuyo que ante el dolor ajeno hay un movimiento interior que impulsa a querer ayudar, dar consuelo, solucionar…. Y que no es fácil lidiar con el propio dolor, pero eso no invalida la intención íntima que nos mueve a acompañar al otro. Digo que es quizá más primaria porque se mezcla la necesidad propia con la ajena. Pero quién puede juzgar la intención de la que parte la reacción de una persona?
La segunda quizá resulte más elevada por el desprendimiento de uno mismo. Y desde fuera puede resultar mucho más atractiva y «pura». Pero de nuevo, cuál es la intención profunda de la que parte? Eso quién lo sabe?
Creo que el ser humano es un misterio muy grande y como tal prefiero contemplar lo que nos ocurre…
Que bonita esa idea de contemplar.
¿Es verdad que los hombres se vuelven buenos y felices cuando ven bondad y compasión en otros? Entonces Condor tendría razón al decir que quien ha ayudado a una sola persona ha dado sentido a su vida, que vale realmente la pena entregarse a otros hasta el límite de las propias fuerzas y aún más allá.
[…]
De pronto sentí que mis pies pisaban con más seguridad, pues uno camina de otra manera cuando sabe que lleva la alegría consigo.
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
Me quedo con el verde de ese cuaderno y boli que me recordará siempre la que ha sido mi casa todos estos años. Y con vosotros, sobre todo con vosotros que me acompañasteis en esa tarde en Ponzano.
Contigo que pronto tomarás el relevo de lo que mi ego quiere convertir en legado. Cuanto he disfrutado de nuestras comidas. Cuanto cariño y aprecio te tengo. Cuanta nobleza y verdad hay en tus palabras. Me alegra que seas tú.
Contigo, con tu ilusión, instinto, y esa intuición tan tuya con las personas. Con esas ganas que tienes de hacer las cosas bien y de aprender y, por supuesto, ese partido de pádel del que salimos victoriosos.
Contigo con quien siento que puedo hablar como si nos conociésemos de toda la vida aunque no haya tenido esa suerte.
Contigo con quien he compartido noches y ferias y ahora te aventuras con tu propia proyecto. Te deseo mucho éxito.
Celebro que existáis y que en las nuevas generaciones siga existiendo gente así, como vosotros.
Me quedo con una tarde de vuelta de esa sierra que tanto nos gusta hablando de cosas tan trascendentes y tan personales. Con ese vínculo que hemos creado, con los días de trabajo y con ese nuevo futuro que comienzas. Con cada palabras de cariño, reconocimiento y ánimo y con tu bondad, sobre todo con tu bondad.
Me quedo con esa conversación en tu despacho contándote mi sueño, me quedo con tus consejos, tu comprensión, tus palabra de ánimo y esa mano que me extendiste para ofrecerme ayuda. Admiro muchas cosas de tu gestión pero, sobre todo, como cuidas y te importan las persona.
Me quedo con una noche cargada de emoción y cuyos protagonistas se suceden en mi mente.
Compañeros de viaje y que, con quien, como dentro de una metáfora, recorrimos nuestro último tramo juntos en moto. Cuanto valor has apartado. Que placer ha sido trabajar contigo. Que triste las despedidas.
Me quedo con esa conversación, con verme reflejado en tu historia y con el deseo de seguir construyendo una amistad contigo el próximo año.
Me quedo con todas nuestras anécdotas compartidas y la confianza que nos tenemos, con los proyectos en los que colaboramos y los que quedan por venir. Con todos tus formidables.
Me quedo con tu autenticidad y esa forma tan justa que tienes de ver el mundo. Con que fueras a Valencia a echar una mano.
Me quedo con tu fuerza y tu saber hacer y la oportunidad de volver a trabajar contigo. Me alegra tanto que nos hayamos conocido. Tengo tanto que agradecerte que necesitaría otra carta como esta.
Me quedo con ese café contigo. Que bonito es cuando te puedes sentar frente a alguien, mirar a los ojos y entenderte sin necesidad de mediar palabras. Hay pocas personas con las que tenga tanta conexión. Gracias por ese corazón enorme que tienes.
Con cientos de momentos del día a día donde me he sentido a gusto, acogido y valorado, donde he creído aportar valor y donde me habéis recibido con cariño y con los brazos abiertos.
Y hablando del cariño:
¿Es que no ha leído la carta o no tiene ojos en el corazón?
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
Que bonita esa idea de tener ojos en el corazón.
He tenido la oportunidad de compartir mi tiempo con gente sensible, incluso aprendido lo que es una Persona Altamente Sensible sintiéndome a la par juez y parte.
y es que todas las personas sensibles e hipersensibles se resisten de un modo instintivo a ser contempladas. Incluso cuando se la mira por casualidad durante la conversación, enseguida se le forma una pequeña arruga de enfado entre las cejas, sus ojos se vuelven inquietos, los labios nerviosos y su perfil no para quieto un solo momento. Sólo ahora, cuando está tendida con los ojos cerrados, inmóvil y sin oponer resistencia, puedo contemplar (y tengo la sensación de cometer algo indebido, un robo)
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
Me quedo con todas y cada una de las celebraciones del amor y ese café contigo donde me constaste sobre las novedades de tu vida y que pronto iremos de boda.
Me quedo con Ávila que me invitó a escribiros:
Nuestros cronos de colores ya han dado muchas vueltas, series, pull boys y volteos; tablas y bañadores; decenas de gorros, aguas abiertas, travesías solidarias y campeonatos por media España y medio mundo.
Nos hemos visto crecer, nos hemos hecho mayores juntos. Hemos gritado eso de (seguro que alguno no se puede aguantar el corearlo)
Chamartín chamartín no se come ni un Pepín
Que rima también con el tallarín rebozado de aceite y de sal que antecedió en Sheffield a las muchas rayas que recorrimos después.
Y me emociono, y siento el calor del verano en una piscina, ya descubierta, donde solo a un genio se le ocurre traer un inflable, y jugamos al rey de la colina. Tú y yo, en lo más alto, haciendo un poco de judo.
Me dejo ganar, caigo por el tobogán, y al llegar me salpican mil recuerdos, escapadas en bici, agua, bañadores; autobuses, toallas, gorros, aviones, más agua, aletas, cenas de equipo, hoteles, o tu idea de comunidad. Mañanas, tardes y noches contigo, con vosotros, aventuras, entrenamientos, constancia, agua, pasión y montar unas bandas para el campeonato que jugábamos al día siguiente; Felicidad, mucha felicidad y agua, más agua, siempre agua…
…Y el penúltimo de ellos, una llamada para invitarme a lo que hoy es nuestro presente. Que ilusión me hizo escucharlo…
Carlos Pascual Adell – Mantras
Esa noche formulé por segunda vez el deseo de dedicarme a escribir.
La tercera ya no será un deseo.
Me quedo con Camorritos y recuerdo las dos bodas que celebramos aquí. Se os echa de menos. Me quedo con todos vosotros, amigos de una vida y las 1.000 aventuras que hemos vivido juntos.
Me quedo con Santander, con la semana de antes preparándolo contigo, con verte bajar en bicicleta, con escucharte, con el cruce de miradas con tus padres y con él. Con una iglesia preciosa que albergó la ceremonia más divertida que he visto ante un altar.
Me quedo contigo. Con un beso robado y una recomendación perdida. Leve brisa que ahora es casi un suspiro pero que, entonces, fue suficiente para inspirar la lectura de este libro.
Me quedo con Córdoba que abrió una ventana a tu vida y un discurso que me encantó y del que que me quedo con este extracto:
La sociedad vive entre la ansiedad del deseo y la tristeza de la Posesión.
Paco Cortadellas Sanromà. Cita recogida en el discurso de boda de Hansi Ehlis Cortadellas
Lo que me ha recordado algo que en su día pensé, y escribí para ti en la que ha sido, hasta el momento, mi boda favorita.
Vivimos para siempre en el recuerdo de quién nos quiere
Carlos Pascual Adell – Madrine con “e” de hErmano
Y al sonido del brindis en tu honor, y en su memoria, le sucede un fundido en negro.
Ahora silencio.
Ahora el sonido agudo que hace el vidrio al golpear y un primer plano de un brindis en vaso de chupito.
Me quedo con el sabor a tequila, sal y limón a la voz de “por nosotros y por los que estarían orgullosos de vernos aquí y así”.
Con nuestros ojos al mirarse cuando digo: «porque las mejores noches de mi vida empiezan así»
Y cambiamos el tequila por pálinka para volar a otro recuerdo. Nosotros, surfeando por las calles de Budapest en un patinete y un, — ¿por dónde? que solo tiene una posible respuesta — todo recto y la segunda estrella al amanecer….
Me quedo con una noche cualquiera con vosotros, o un día de Hamman.
Me quedo con Fuengirola, el Gecko y tu despedida.
Me quedo con el cariño que te tengo, con ese paseo en moto juntos y sobre todo, con que ya estés de vuelta en Madrid y poderte disfrutar un poco más.
Me quedo con nuestros viajes. Con la Feria de Sevilla que ha tomado una nueva perspectiva con vosotros y con todas las presentes, pasadas o las que nos esperan. Córdoba aguarda.
Me quedo con verte toca la guitarra, con tu ayuda y con que te puedas escapar de vez en cuando del frio del norte para vernos y
Me quedo con haber trabajado juntos estos últimos meses y el deseo de continue y que este año sea punto de inflexión para ti.
Me quedo con vuestras visitas.
Me quedo con como acudimos todos a la llamada cuando algo no va bien. Y con como lo hacemos también cuando sí lo va para celebrar.
Intuyo que va a haber mucho que celebrar el próximo año.
Me quedo con todo lo que tiene que ver con nosotros.
Me quedo con tu luz y paro. Paro unos segundos para tomar aire.
Hay cosas que quiero hacer bien.
Enciendo el tocadiscos, elijo un disco con cuidado y coloco la aguja sobre la primera pista con el cariño que te mereces.
Suena…
¿Cómo quieres que escriba una canción,
si a tu lado no hay reivindicación?
Extremoduro – Dulce Introducción al Caos
…que resulta en una bienvenida perfecta.
Me quedo con esta frase:
Deberías hacer algo cuando te quite el sueño por la ilusión pero no por el miedo. Llegará pronto.
Autor pendiente de confirmación
Me quedo con lo mucho que aprendo de ti y con el deseo de que entiendas lo que te admiro y lo importante que eres para mi.
Gracias por tener razón en todo lo que me dices y, aun cuando nos duele, permitirme ser yo mismo.
Termino esta carta al abrigo del hotel que nos da cobijo en estos días.
Ya es 31.
El fuego crepita en la chimenea y estoy algo más relajado porque esto ya ha tomado forma.
Un manto blanco y sedoso cubre al pirineo aragonés que nos acoge en estos días en familia.
Este año he aprendido que la palabra foco viene del latín fuego de donde deriva también la palabra hoguera y, lo más bonito, hogar.
Bonito por el calor que uno siente cuando está en casa.
Me quedo con ese momento en Marchica y el deseo de compartirlo el próximo año también contigo. Me quedo también con haberte dado consejos sobre estar y vincularse. Cuando uno lleva el suficiente tiempo en un sitio ve cosas, aprende cosas, y surgen oportunidades.
Y pienso, como Hofmiller, que a veces en el no vincularse no es más que una huída cobarde y miserable para no enfrentarse a uno mismo.
Al igual que un moribundo se olvida de su tormento mortal a causa de un dolor de muelas pasajero, así también yo había olvidado (o quería olvidar) lo que en realidad me atormentaba, lo que me acobardaba y, en su lugar, había pretextado como motivo de mi deseo de huir aquel percance, en el fondo insignificante, ocurrido en el campo de instrucción. Pero ahora veía que no se trataba de una renuncia heroica por una ofensa a mi honor. Era una huida cobarde y miserable.
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
Y otro recuerdo vuela por mi mente. Este me impacta.
Me quedaré siempre con nuestros últimos días juntos en familia en Santander y esa foto en el sillón de la entrada con la diadema de renos en la cabeza.
Cat Stevens me ayuda a disimular la lágrima que se me acaba de escurrir y, al ritmo de father and son, os comparto con orgullo esta entrevista. Me hace feliz que tengamos la oportunidad de trabajar juntos. Podría considerarlo mi regalo de emprendedor. Me alegra que hayamos encontrado esta forma de compartir tiempo juntos.
Me quedo con un gesto de ternura ante un atraganto. Me alegra que os hayáis encontrado y celebro que seas tú.
Cambiamos el vinilo por uno rosa. Dice El Canto del Loco en la portada. Vuelo por un instante a Río Babel. Suena “Tal Como Eres”
Me quedo con acompañarte al prestreno de su nuevo disco.
Te abrazo. Me gusta mucho abrazarte. Queda pendiente para el próximo año hacer más planes juntos. Planes que incluyan abrazos. Me ha llenado de orgullo el volver a Casa Decor y ver como se reconoce, otro año más, tu talento. Te admiro, y te quiero ahora y siempre. Te quiero incluso cuando me lías para poner papel pintado.
Me quedo con tu sonrisa al otro lado de un telesilla, con tu optimismo, generosidad, con ver como te va bien, y con tus eternas ganas de ayudar. Con tu forma de ver la familia, con cada beso que os dais. Me quedo con como la quieres, y como le quieres y como me quieres.
Me quedo con cada nueva vida y, de entre todas esas vidas, y todo estos momentos, me quedo con el día que naciste.
Ese 15 de agosto escribí:
Dicen que somos de donde queremos ir corriendo a contar una buena noticia.
Hoy, apresurados, corremos para recibirte y celebrar que ya estás con nosotros. Te estábamos esperando.
Tienes suerte, antes de ser, ya te queríamos.
Y aunque no te he dado la vida, si el nombre, y ya por eso, estaremos unidos toda la vida.
Carlos Pascual Adell
Me inspiraste los suficiente para tratar de hacer poesía:
[…]
Si además eres capaz de querer
sin miedo, distinción o interés
en libertad y sin poseer
cada vez, a su vez, todo a la vezSi querer, poder y deber orientan
por igual toda tu obra
y la búsqueda de verdad y libertad
te resulta motivación de sobraSi haces de estas enseñanzas valores
Carlos Pascual – Si además
encontrarás a la felicidad un camino
y lo que es más, serás también un buen hombre,
querido sobrino
Me quedo con cada sonrisita donde dos dientecitos ya asoman. Me quedo con la paz. La que siento cuando te abrazo, la que brilla en tu mirada cuando me miras con esos ojos grandes que ven el mundo por primera vez.
Hay tanto que quiero enseñarte, hay tanto que compartir contigo. Todavía eres muy pequeño para comprender pero espero que puedas percibir todo el amor que sentimos por ti. Espero también que un día puedas leerme, y que en ese futuro, que para ti será presente, encuentres inspiración y verdad en estas palabras.
Me quedo con todas esas alegrías, con la vida, pero también con los momentos difíciles.
Me quedo con el dolor de los que os enfrentáis a la enfermedad.
Sé que el hombre más cuerdo del último siglo, Nietzsche, escribió esta frase terrible: no hay que querer ser médico de lo incurable. Pero es, con diferencia, la más falsa de todas las frases paradójicas y peligrosas que ofreció a nuestro análisis. La verdad es exactamente lo contrario, y yo afirmo: es justamente de lo incurable de lo que hay que querer ser médico. A mí personalmente me parece una labor tan lamentable como la del poeta que se limita a repetir lo ya dicho, en vez de intentar domar con la palabra lo no dicho y aun lo indecible, o como el filósofos de la batalla. Desde luego, sé que es más fácil y cómodo emplear la palabra «incurable» en ciertos casos y dar media vuelta con cara de resignación y los honorarios de la consulta en el bolsillo… Sí, sí, es muy cómodo y lucrativo ocuparse exclusivamente de los casos comprobados, acreditados como curables y cuya terapia se puede encontrar bien detallada en las páginas tal y tal de cualquier mamotreto. Bueno, a quien le guste hacer de matasanos, que lo haga. A mí personalmente me parece una labor tan lamentable como la del poeta que se limita a repetir lo ya dicho, en vez de intentar domar con la palabra lo no dicho y aun lo indecible, o como el filósofo que explica por nonagésima novena vez lo que ya se sabe desde hace tiempo, en vez de enfrentarse a lo desconocido, lo incognoscible. Incurable: un concepto relativo, no absoluto. Para la medicina, como ciencia progresiva, los casos incurables sólo existen en un estadio momentáneo, en nuestro espacio de tiempo presente, esto es, desde nuestra perspectiva limitada y obtusa de sapos. Pero lo importante no es nuestro momento. En cien casos para los que hoy no vemos posibilidades de curación, mañana o pasado podrá haberse encontrado o inventado una… Nuestra ciencia avanza a un ritmo frenético. De modo que, y que no se le olvide—dijo enojado, como si lo hubiera ofendido—, para mí no hay enfermedades incurables, por principio no renuncio a nada ni a nadie, y nadie jamás me arrancará la palabra «incurable». Lo máximo que diría, aun en el caso más desesperado, sería que una enfermedad « todavía no es curable», es decir: no curable todavía por nuestra ciencia contemporánea.
[…]
Fue el único que no quiso desistir hasta el último momento, y comprendí que este hombre vive y muere con cada paciente.
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
Me quedo con la esperanza de entender que hay más magia que ciencia en lo que es un placebo y lo que es un nocebo y me pregunto ¿Cuán importante es el ánimo, el creer que un tratamiento va a funcionar para que de verdad funcione? ¿Cómo puede curar un placebo y enfermar un nocebo?
Hay cosas que sigo sin alcanzar a entender. Hay cosas que me maravillan. Supongo que es el encanto de la mágico y lo místico.
Me quedo con todos a los que hemos despedido este año, y con los que nos hemos quedado y nos duele su pérdida.
Y de entre todos ellos, como no voy a recordarte a TI.
Tantas ideas me ayuda a olvidar que te echo de menos. ¿O era al revés? Igual lo hago para no enfrentarme al vacío que supondría mirarme, desnudo, en el espejo…
Y en virtud de estas leves emociones descubrí—¡cuántas cosas aprendí gracias a esos pocos días!—zonas del sentimiento para mí desconocidas e insospechadamente más tiernas.
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
Contigo tuve la suerte de que fuesen muchos días, pero que me siguen sabiendo a muy poco.
Escribo este fragmento a 28 de diciembre. Estoy un poco estresado porque no llego a acabar, todavía me falta mucho que pulir y me acuerdo de ti y de una anécdota que merece la pena ser contada.
Hice judo desde los tres años. Nunca me gustó del todo el ambiente pero aprendí mucho, y me fue muy útil en alguna ocasión.
Esta anécdota nos sitúa en el 2006, yo estaba cansado del judo, ya jugaba al hockey y no tenía muy claro si seguir. Vosotros me dijisteis –Sácate el cinturón negro y cierra bien ese capítulo. Las cosas que uno empieza hay que acabarlas Carlos.
Me quedo con esa enseñanza que me ha acompañado toda la vida.
Acabar bien las cosas que se empiezan. Esforzarse hasta el final, hacerlo cuando ya no es necesario o cuando ya no se espera rédito. Hacerlo por el orgullo de acabar lo que uno ha empezado. Me he sentido orgulloso muchas veces al verme el último en salir. Al honraros.
Asumir compromisos. Honrar esos compromisos. Esa es la medida de la voluntad de un hombre. Quedarse cuando ya nadie lo espera, cuando no es necesario. Quedarse porque es lo correcto.
Esto lo aprendí de ti, de vosotros. La importancia de la disciplina y el compromiso para con lo que hacemos y para quien lo hacemos.
y me fui, libre y seguro, como se va siempre uno después de dejar atrás una obra acabada, una acción meritoria.
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón
Leí una vez “Me gustan las cosas que son para toda la vida.”
No podría estar más de acuerdo.
Estúpido es creer que el regalo está dentro del paquete, siempre, siempre, siempre, son las manos que lo entregan.
Ulises Kaufman
Vosotros sois mis regalos.
Me quedo con todos estos recuerdos y todos los que no alcanzo a recordar.
Y cierro el círculo con las manos ambidiestras de mi abuelo Enrique y, a la vez que se juntan las tizas, vuelvo a la ilusión del deseo probando, una vez más, que vivimos para siempre en el recuerdo de quién nos quiere.
La ilusión en el deseo de que todo marche bien este año y tener más tiempo que disfrutar juntos. Deseo que os extiendo a todos. Este año os deseo tiempo de calidad.
Recordad:
Es difícil encontrar la felicidad dentro de uno mismo, pero es imposible encontrarla en ningún otro lugar.
Arthur Schopenhauer
Larga vida a la vida y a vivirla con quien te la da.
Vosotros me la dais.
Me alegra que existáis.
Cuando uno es feliz, se imagina que todos los demás no pueden sino serlo también.
Stephan Zweig – La impaciencia del Corazón